domingo, 13 de noviembre de 2016

Libro de texto en el aula. ¿Enemigo o aliado?



Una de las primeras cuestiones que tenemos que abordar cuando lleguemos a un centro educativo a dar clases es la utilización o no del libro de texto, en ambas versiones física o digital. En muchos centros es una decisión que no depende del propio profesor y corresponde a intereses de departamentos o de dirección, véase los colegios concertados o privados que tienen acuerdos con editoriales, por lo que la imposición de un libro de texto viene desde arriba. En esta entrada, me propongo a continuar el trabajo de clase y a reflexionar si en el siglo XXI debemos tener como guía un libro de texto o como profesores cualificados tenemos que preparar nuestros propios materiales.

En primer lugar, los defensores de los materiales didácticos argumentan que tales libros son elaborados por profesionales y estos incorporan propuestas pedagógicas y facilitan recursos como la programación de aula, actividades de refuerzo, evaluación y un amplio etc.  Por su parte, los detractores argumentan que los libros de texto o su licencia electrónica suponen un coste importante para las familias, además muchos de estos mantienen un formato cerrado y no se adaptan a las necesidades que pueda requerir el alumno.

Tras el análisis de varios libros y la puesta en común en clase con los compañeros del Máster, he llegado a la conclusión de que nosotros debemos ser los encargados de preparar y desarrollar nuestros propios materiales a los alumnos/as. Todos y cada uno de nosotros en nuestras exposiciones hemos destacado los aspectos positivos y negativos de distintos libros llegando a la conclusión de que no existe el libro perfecto, ese que se adecue y adapte a cualquier tipo de alumno. Como graduados y graduadas en Geografía, Historia e Historia del Arte, contamos con la misma o incluso mayor formación que muchos de los editores de estos libros. Por tanto, debemos lanzar desde nuestras clases nuevas propuestas pedagógicas, nuevos paradigmas educativos, véase desing for change y adecuar nuestras clases a nuestros alumnos y alumnas, haciendo cada uno de nuestros temas creativos e innovadores. Aquí es donde quiero insistir, cada uno en nuestras exposiciones, trabajos, etc. somos ingeniosos. Nos gusta pensar en cómo nos va a sorprender en esta exposición y como puedo yo utilizar otro recurso para sorprender del mismo modo a mis compañeros. Esto lo deberíamos trasladar a nuestras aulas y que cada nuevo día sea una sorpresa para nuestros futuros alumnos. Un libro de texto puede ser un mecanismo cerrado que nos lleve a la rutina y monotonía y nos impida explorar nuevas vías.  

1 comentario:

  1. Hola Guillermo. El libro de texto puede ayudar a sistematizar o estructurar el curso, si bien tiene el riesgo de comenzar a ser protagonista de la clase. Yo incluso iría más allá: ¿por qué no que los alumno/as preparen el material? hay un instituto en Pinto, por ejemplo, donde los estudiantes se convierten en profesores de sus compañeros elaborando vídeos didácticos. Trabajan sin libro de texto hasta 1º de Bachillerato.
    Un saludo,

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